miércoles, 21 de julio de 2010

Verano, viajando en el tren y ...Seguro que no es usted psicologo


- No cielo , no puedo ir. Me resulta imposible, pero imposible, hoy no puedo ir a casa. Lo siento. Dícelo a los niños.
- (...)
- Ya, Ya. Pero qué quieres ¿quieres que deje el trabajo y me ponga a buscar otro ahora? ¿Es eso lo que quieres? Pues explícaselo a los niños . Que su padre se va ahora a otra ciudad a trabajar. Vamos Javier y yo ¿te acuerdas?
- (...)
- ¡Que no, cielo! ¡Que tengo que trabajar! ¡Cómo te lo tengo que decir!
- Oiga, cállese de una vez. Deje ya de montar el numerito.
- Eh, Cállese usted. No es nadie cielo. Javier que está aquí y me hace bromas. Te llamo más tarde, ahora tengo que hablar con Javier. Adiós.
- Usted viaja solo y yo no me llamo Javier, a mi no me meta en sus líos conyugales.
- ¿Cómo que no le meta? ¡si acaba de meterse en mi conversación con mi mujer!
- Pero si es usted quien lleva todo el viaje radiando su vida, que además que yo que tengo la desgracia de viajar a su lado lado, el resto de los viajeros del vagón ya saben que le está poniendo los cuernos a su mujer, , hombre.
- ¿Pero que dice? ¿Cómo se atreve a meterse en mi vida?
- Pero si es usted el que nos mete a todos en la suya. sólo falta que nos cuente lo que va a hacer con ella. Ya sabemos todos aquí que se va a ver con Celiita.
- ¡Pero cómo se atreve!
- No ¿cómo se atreve usted? fue usted el que llamó por teléfono y habló a voces con esa Celita, no es uqe yo haya heccho averiguaciones.
- ¿Pero y eso a usted que le importa?
- Eso digo yo, qué me importa. Por qué me tengo yo que enterar de sus miserias. O de sus alegrías, que yo ahí no me meto.
- Y dice que no se mete... Estará usted pensando que soy un crápula, claro. Un mal marido, un mal padre.
- Yo no me atrevo a pensar nada de quien no conozco. Pero es que usted, tiene unas conversaciones, menudas. Y además habla a voces.
- Ya es que no me doy cuenta, tengo la voz fuerte, como mi padre. los hombres de mi familia son así. Un poco brutos, muy fogosos, no sé si me entiende.
- Ya me he hecho una idea.
- ¿Y entonces ¿Que le parece? lo que acaba de oír.
- Por favor, me pone usted en un compromiso.
- No, si ya veo que es usted una persona educada. Y que tiene usted razón, es razonable. Por eso se lo pregunto.
- Pues, mire, no sé que decirle. Si es usted feliz y también lo es su mujer, sus hijos y Celita..., no tengo nada que objetar.
- Hombre, visto así. No sé que decirle. Ahora al hablar con usted me ha venido como un bajón. Visto así desde fuera como lo hace usted, no me veo muy bien.
- Yo qué quiere que le diga...
- Claro, ya ha dicho usted bastante. Con Celita lo paso muy bien, es la verdad. Pero, claro, luego está lo otro, la casa de uno... Pues me ha puesto usted en un apuro, como delante de un espejo.
- Oiga, que yo nopretendo ser espejo de nadie, que cada uno... Pero, mire, ya llegamos, se acabo el viaje.
- Espere deme su teléfono antes de marchar, que su consejo es valiosísimo. ¿Es psicólogo?
- Soy callista, pero no sé el numero de memoria. Dejémoslo, que ya hemos llegado.
- Pero usted hágame una llamada y así ya me queda el número grabado.
- Es que se me acabó la batería. Bueno, nos despedimos. Encanatado. Y que lo pase bien usted y su amiga. Y su mujer y sus hijos.
- No, si ahora ya sé me corto la meada. Disculpe que hable así. ¿Seguro que no es usted psicólogo?
Suso de Toro
(Adaptación de E. Cárdenas)

No hay comentarios:

Publicar un comentario