lunes, 11 de agosto de 2014

Un encuentro después de una búsqueda de 34 años: Abuelas de Plaza de Mayo


"Me parece maravilloso y mágico todo esto que está pasando", declaró este viernes Guido Montoya Carlotto, el nieto recién restituido de Estela de Carlotto, titular de la Abuelas de Plaza de Mayo, en su primera comparecencia pública junto a la mujer que lo buscó durante 36 años. "Soy Ignacio, o Guido", se presentó, el nieto recuperado número 114, que se declaró "conmocionado".
Horas antes, Ignacio Hurban colgó en su perfil de Twitter una foto con su abuela, Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, que pasó casi cuatro décadas buscando a su nieto. Hasta el lunes se llamaba Ignacio Hurban, pero este martes descubrió que también se llama Guido Montoya Carlotto. Y que fue secuestrado durante la última dictadura argentina (1976-1983). Su madre, Laura Carlotto, tendría hoy 60 años si no hubiese sido asesinada con 24. Guido es el nombre que ella le puso, aunque solo la dejaron estar cinco horas con él. Y Montoya es el apellido de su padre biológico, Walmir Óscar Montoya, al que su familia llamaba Puño.

Otro caso
Juan Cabandié vio la cara de sus padres por primera vez en fotos 4x4 pegadas a un expediente. Tenía 25 años. Desde que supo que habían encontrado a Guido, el nieto de Estela de Carlotto, revive lo que le pasó hace una década. Ese día que entró en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad llamándose Mariano Falco.
-¿Cómo es ese instante en que te enterás de que sos otra persona?
-Es muy difícil asimilarlo. Al principio, me sentí ajeno a lo que me contaban, pero después fui reestructurando mi cabeza. Una vez que lo asimilé, empecé a emparentarme con mis papás. Con el tiempo, los fui amando. Eso me llevó a saber que no nací de nuevo, a darme cuenta de que no era Juan Cabandié a partir del 26 de enero de 2004. Yo fui Juan Cabandié siempre, con la particularidad de que viví 25 años sin saberlo.

-¿Cómo son las horas posteriores a la noticia?
-Es fundamental conocer a la familia. En el primer encuentro, un tío me dijo que tenía el mismo gesto de juntar las cejas como hacía mi papá. A veces parece que estoy enojado, pero es algo que hago cuando pienso, es un gesto que me pertenece. Guido es músico como su papá. Es sensible a la lucha de las Abuelas. Es algo genético y algo del inconsciente. Es el diálogo que se produce entre una madre y su bebe en la panza. Guido estuvo cinco horas con su mamá. Cinco horas profundas.
-¿La política de derechos humanos del Gobierno influye para que los nietos busquen su identidad?
-Influye muchísimo. Es una batalla cultural ganada. Desde 2003 la política de derechos humanos pasó a la categoría de política de Estado. Hubo fuertes campañas de difusión y el Estado acompañó la búsqueda de las Abuelas. Antes, esa lucha era algo marginal. Yo mismo, por mi crianza, hasta los 22 años pensaba que las Abuelas estaban locas, que perseguían a los pibes. Y eso no sólo lo pensaban los sectores radicalizados.
-Otra nieta recuperada, Victoria Donda, acusa al Gobierno de querer apropiarse de la bandera de los derechos humanos.
-A mí me gustaría que todos los gobiernos se apropien de esta política de derechos humanos, que trascienda a este gobierno.


LAS ABUELAS USARON DE LA CIENCIA
Las Abuelas de Plaza cuentan en su página oficial de Internet con testimonios extraordinarios recogidos a lo largo de casi cuatro décadas de búsquedas. Pero hay uno especialmente ilustrativo: el documental de cuatro capítulos titulado 99,99%. La ciencia de las Abuelas y conducido por el actor argentino Leonardo Sbaraglia. Ahí se explica los detalles de un plan perfectamente organizado para encubrir el robo sistemático de bebés a las presas políticas que parían en cautiverio. “Con la colaboración de médicos, enfermeras, jueces…”, relata Sbaraglia. [Era] el robo, el crimen perfecto. Nadie podría jamás demostrar la verdadera identidad de esos chicos. Pero los apropiadores genocidas no contaban con los avances de la ciencia ni con la tenacidad de un grupo de mujeres en la búsqueda de la verdad”.

 Estela de Carlotto explica en el documental: "Nosotros teníamos otra vida, cada una de las abuelas que componemos la institución teníamos un proyecto distinto: estar con la familia, los hijos, verlos crecer, envejecer, disfrutar de los nietos… Y vino una dictadura en marzo de 1976 que trajo un proyecto de asesinar a todos los opositores. Justamente eran nuestros hijos los opositores. En esa soledad, cuando la hija no vino, no volvió, no llamó… Empezamos a buscar. Sin saber adónde ir, a qué puerta golpear… Puertas cerradas…”

La presidenta de Abuelas continúa su relato: “Al principio los esperamos… [a los nietos] ‘Me lo van a traer, me van a llamar, me lo van a dejar en la puerta…’ Preparamos un ajuar, un lugarcito, nos jubilamos… Pero nada. Y después dijimos: ‘bueno, ya van al jardín de infantes. Vamos a observar’. Nos escondíamos detrás de los árboles mirando chiquitos. A veces alguna maestra nos hablaba. Nos decía: ‘este chiquito tiene un comportamiento extraño… lo llevan, lo traen, es como prisionero…’ Y ahí estábamos”.
También se fijaban en el parecido físico de los niños que veían en la calle. “Yo me acuerdo”, continúa De Carlotto, “haber seguido a alguna señora que llevaba en brazos a un chiquito porque la carita era igual a uno de mis hijos. Después le miré la cara a la mamá y eran idénticos. O sea, esa cosa absurda: ir a la casa cuna [hospital materno infantil] y querer ver caritas de bebés cuando no sabemos ni a quién se parece”.
 
Chicha Mariani, la primera presidenta de Abuelas, rememora también en el documental: “Hicimos de todo buscando a los chicos. Yo, por ejemplo, me disfracé de enfermera. Y estuve en el Hospital Durand mirando si la familia que yo había citado traían esa nena que yo esperaba ver o la suplantaban por otra. Y no me conoció nadie en el hospital. Ni los empleados, ni la gente de Abuelas, ni los médicos de Abuelas. Pero la nena, que había llegado con su mamá y estaba sentada a unos diez metros, me miró y se fue caminando hacia donde yo estaba y me dijo: `¿Cómo te va, señora?’ Porque me había visto pasar no sé cuántas semanas y días por su casa. Me reconoció disfrazada y todo”.
Las abuelas recorrieron medio mundo consultando a decenas de científicos para ver si podría deducirse el parentesco entre un nieto y sus abuelos, a partir de la sangre de los abuelos. Y les decían que no, que no y que no. Hasta que en 1983, en Estados Unidos, les dijeron que sí. Los avances científicos hicieron posible revelar parentescos entre abuelos y nietos con un margen de acierto del 99,99%. Y la primera “recuperación” a partir de un análisis genético la lograron en 1984.



De Carlotto explica las dificultades que encontraron en esa época con la Justicia: “Era duro expresarle a los jueces el derecho y cómo ellos lo asimilaban. Porque parecía que era un divorcio. Como cuando se separan los papás, que se disputan la niña o el niño. Les querían adjudicar a los apropiadores derechos de visita. ¡Era absurdo! ¿Cómo, si ese hombre es un delincuente? Robó a una niña de los brazos de su mamá en un campo de concentración y le van a decir que tiene derecho a verla”.
“Fue duro para nosotros”, rememora De Carlotto en la película. “La duda era: ¿Estaremos haciendo bien? ¿Qué va a pasar con esa criatura, qué sufrimientos…?”
Ahora, las Abuelas no tienen duda de que mereció la pena. Y es el propio Ignacio Hurban, el nieto restituido número 114, el que quiso emitir una llamada. Para que otros nietos -las abuelas calculan que aún faltan 400 por restituir- se animen a hacerse las mismas pruebas genéticas que a él le practicaron hace 18 días. Hasta ahora, de esos 114 nietos restituidos solo cinco se presentaron de forma voluntaria como lo hizo él
 La lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo por restituir la identidad de, hasta ahora, 105 nietos apropiados durante la última dictadura cívico-militar tuvo un fundamento social, político y cultural, pero también uno científico.

Gracias a la voluntad inquebrantable de estas mujeres valientes y decididas, se logró superar los límites de lo posible y establecer lo que a partir de esa búsqueda se llama el índice de “abuelidad”, el patrón genético que establece el parentesco entre las abuelas y los nietos perdidos con un nivel de certeza del 99,99 por ciento.



miércoles, 6 de agosto de 2014

Buena noticia: Una de las Fundadoras del Movimiento Plaza de Mayo, recupera a su nieto 34 años después


 COMUNICADO DE PRENSA
Buenos Aires, 5 de agosto de 2014 |
Encontramos a Guido Montoya Carlotto, el nieto 114
Con inmensa alegría, las Abuelas de Plaza de Mayo informamos la restitución de identidad de Guido Montoya Carlotto, hijo de Laura Carlotto y Walmir Oscar Montoya y nieto de la presidenta de nuestra Asociación, Estela de Carlotto. "Quiero decir gracias a todos, gracias a Dios, gracias a la vida. Porque lo que yo quería era no morirme sin abrazarlo y pronto lo voy a poder abrazar", expresó Estela hoy en conferencia de prensa
Una Buena noticia para la Justicia, la solidaridad y los Derechos Humanos. Es de esos momentos en que nos emocionamos hasta las lágrimas, porque también lo sentimos en el alma, esa alma única que nos une a toda la humanidad y al universo, cuando conocimos los cientos de historias de  desaparecidos, mujeres y hombres, embarazadas y niños nacidos en cárceles de tortura durante la infame Dictadura Argentina. Las Madres de Plaza de Mayo, hoy abuelas son un testimonio inapelable de que el amor es la base indestructible para la justicia y la solidaridad.

Asociación
Estela de Carlotto era maestra cuando le mataron a Laura. Laura y su compañero pertenecían a la organización guerrillera de Los Montoneros. De Carlotto sabía que Laura estaba embarazada cuando la detuvieron. Varios testigos le dijeron que había dado a luz a un niño estando esposada. Y que Laura le había puesto Guido, el nombre de su abuelo. De Carlotto lo comenzó a buscar a su nieto por todas partes. Nunca se le oyó una palabra de odio ni de venganza. Solo pedía justicia. Se convirtió en un referente mundial en la defensa de los derechos humanos. Fueron muriendo muchas de sus amigas y compañeras de lucha. Y ella siguió buscando. Hasta que apareció el nieto 114 y resultó que era el suyo. Es músico y vive en la localidad bonaerense de Olavarría. Las pruebas determinaron que existe un 99% de posibilidades de que sea el nieto de Estela de Carlotto.

Ninguna de esas 114 historias fueron fáciles. Pero la del nieto de la presidenta es especialmente simbólica. De Carlotto explicó este martes las enormes dudas a las que se enfrentan los nietos que acuden a su asociación: “Hay chicos que no vienen porque tienen cariño y como una especie de deuda por quienes los criaron porque ellos les pasan esa sensación de cómo ahora me vas a denunciar, si yo te crié y yo te di de comer… Como si fuera que les hicieron un favor, cuando tenían que haberlos dejado criar con su familia, que nunca fue abandonado. Y los chicos, por reciprocidad, dicen que no vienen porque no quieren que lleven a la cárcel a quienes los robaron. Y se acercan a veces cuando ellos mueren. Y a veces es un poco tarde, porque el abuelo real, la abuela real, se muere también. Yo creo que no los tiene que unir a ellos ningún agradecimiento. Tampoco, odio. Por suerte, ninguno de nuestros nietos es vengativo tampoco… Sino, de que tiene derechos. Y que es la ley universal saber quién es uno, de dónde viene. Porque si no, es el anonimato y del anonimato se pasa a la prole. Las Abuelas no somos quiénes para decidir si los van a juzgar o no, porque eso es la justicia. Abuelas los encuentra, la justicia actúa".
La dictadura llevaba dos años de existencia cuando el 26 de junio de 1978 nació Guido de Carlotto en el Hospital Militar de Buenos Aires. A su madre apenas le dejaron estar cinco horas con él. Se encontraba detenida en el centro clandestino La Cacha, en la localidad bonaerense de La Plata. Laura era uno de los cuatro hijos de Estela de Carlotto. Y había sido secuestrada junto a su compañero a los 23 años, en noviembre de 1977, cuando cumplía dos meses y medio de embarazo.
A Laura la mataron dos meses después. Y su cuerpo fue entregado a su madre. Pero del nieto nunca se supo hasta este martes en que la jueza María Servini de Cubría, encargada de investigar la causa de varias desapariciones, se lo pudo anunciar a De Carlotto. “Fue muy emocionante”, afirmó Servini de Cubría en el canal CN23. “Nos emocionó no solo a mí, sino a la gente que trabaja conmigo. Estela reaccionó llorando, temblando, contentísima. Porque nunca esperó la noticia que le dábamos. Yo le di la noticia en forma personal. Le dije: ‘Estela, hemos encontrado a un niño más’. Y cuando le dije que era Guido, imagínese cómo se puso”.
Guido de Carlotto se llamó hasta hoy Ignacio Hurban, el nombre que le dieron sus padres adoptivos, conocidos en el lenguaje de las Abuelas de Mayo, como "apropiadores". Hurban se crió en Olavarría, municipio situado a 308 kilómetros al sur de Buenos Aires. De adolescente se marchó a la capital argentina para estudiar música y volvió a Olavarría donde dirige una escuela de música. Toda esa información aparece en su página de Internet, www.ignaciohurban.com. Le gusta el jazz y el tango y llegó a participar en el ciclo Música por la Identidad, que organizan las Abuelas de Plaza de Mayo. Pero hasta el martes siempre fue Ignacio Hurban. A partir de ahora tendrá que convivir con el nombre de Guido de Carlotto. Y con la fama.
“Yo no persigo más que justicia, verdad”, dijo Estela de Carlotto en conferencia de prensa pronunciada el martes por la tarde, cuando solo había visto al nieto en fotos. “Ya tengo mis 14 nietos conmigo. La silla vacía está con él. Los retratos vacíos que nos estaban esperando van a estar con él. Ya lo he podido ver [en fotos], es hermoso. Es un artista, es un chico bueno. Y nos buscó. Vino a Abuelas en julio, fue recibido y escuchado”.
“Cuando lo vea”, continuó De Carlotto, “creo que nada le voy a decir. Lo voy a abrazar. Quiero tocarlo, quiero ver si es como lo soñamos. Yo lo vi en fotos y sí, se parece a nosotros. A él le dijeron que se parecía a los Carlotto, a mí. O sea, que no le habrá asombrado la noticia que se le dio. Cuando le dijeron ‘sos el nieto de Estela’, encajó en su lugar esa pieza que no entendía él por qué no cerraba. La historia completa no la sabemos todavía, aunque sabemos quién lo entregó y quién lo crío, quizás inocentemente. La vamos a armar. Tenemos mucha información, pero vamos a ser cautelosos, porque esto es muy fuerte para una persona, aunque lo espere".
De Carlotto prefirió no enseñar la foto de su nieto, para esperar a que él vaya asimilando todo el proceso. De momento, el nieto se comunicó solo con Claudia, una de los cuatro hijos de De Carlotto. “Yo aún no lo escuché todavía. Y le dijo que estaba muy bien y muy feliz y que ya pronto nos vamos a ver. Él sabe que lo estamos esperando toda la familia”.
La presidenta de las Abuelas añadió: “Esto no es para los que todavía pretenden que olvidemos, que demos una vuelta a la página como si nada hubiera pasado. Y como falta mucho hay que seguir buscando a los que faltan porque otras abuelas quieren seguir sintiendo lo que siento yo hoy. Porque lo que yo quería era no morirme sin abrazarlo. Y lo voy a poder abrazar”.
Claudia, hija de De Carloto, explicó lo que habló con su sobrino Guido: "Nos pidió que le diéramos un tiempo para hablar con su esposa y hacer un proceso."
Cada vez que a De Carlotto le preguntaban qué pasaría si no encontraba a su nieto decía que ya había merecido la pena con todos los nietos que se habían recuperado hasta ahora. Pero este martes, Kibo Carlotto, hijo menor de Estela de Carlotto, y hermano de la difunta Laura, lo confirmó en televisión: “Hemos encontrado a mi sobrino después de 35 años. Se presentó voluntariamente a hacerse la prueba de ADN”.

“Me llamó Cristina [Fernández, la presidenta del país], llorando. Me preguntó si era cierto. Y le dije que sí. Lloramos juntas, no sabíamos qué decir (…) No hay ningún medio, por más que no nos quieran mucho, que no diga que esto es un triunfo de los argentinos”.
El 26 de junio de 2011, Estela de Carlotto escribió dos párrafos en el diario Página 12 y los tituló “A mi querido nieto Guido”. Decían así:
Hoy cumples 33 años. La edad de Cristo como decían, “decimos”, las viejas. Con esta inspiración pienso en los Herodes que “te mataron” en el momento de nacer al borrar tu nombre, tu historia, tus padres. Laura (María), tu madre, estará llorando en este día tu crucifixión y desde una estrella esperará tu resurrección a la verdadera vida, con tu real identidad, recuperando tu libertad, rompiendo las rejas que te oprimen”.
Querido nieto, qué no daría para que te materialices en las mismas calles en las que te busco desde siempre. Qué no daría por darte este amor que me ahoga por tantos años de guardártelo. Espero ese día con la certeza de mis convicciones sabiendo que además de mi felicidad por el encuentro tus padres, Laura y Chiquito y tu abuelo Guido desde el cielo, nos apretarán en el abrazo que no nos separará jamás.

Hoy en día, la Asociación de las Abuelas de Plaza de Mayo tiene 85 sedes en Argentina y 150 empleados. Sigue sumando nietos recuperados. Y aún quedan unas 400 denuncias por resolver.

Francisco Peregil, El Pais.

martes, 5 de agosto de 2014

Adéu, Señor Jordi Pujol: ens sentim dolguts i matractats

Adiós, Señor Pujol, nos sentimos dolidos y maltratados:
El redacor tuvo la grata experiencia de recibir un premio oficial de Educación en Valores del Gobierno Autónomo Catalán, y de participar en foros y congresos, organizados por la Dirección de Bienestar Social y Voluntariado de la  Generalitat de Catlunya, esta vinculación profesional,  en términos de solidaridad, me permitió conocer  de cerca a líderes y dirigentes catalanes, entre ellos, al ex presidente Pujol. En  la medida en que te acercas a una persona o institución, la entiendes mejor, y en la medida que la comprendes, la estimas. Hoy la decepción especialmente de los ciudadnos catalanes  de quienes fueron sus representantes y líderes, es muy grande y comparto la tristeza ante el convencimiento que un pueblo trabajador como el catalán no merece estas traiciones. He aquí los ecos de esta desagradable noticia:













Jordi Pujol, expresidente de la Generalitat, reveló que su familia estaba en proceso de regularizar una herencia recibida en septiembre de 1980. Hasta ahora, el dinero no había sido declarado a Hacienda, y su existencia había permanecido lejos del conocimiento de los ciudadanos. Este hecho conmocionó a la opinión pública, incluyendo a algunos miembros de la familia Pujol. 
Los comentarios de la noticia en la que Pujol anunciaba las irregularidades, superan ya los 13.000. Por otro lado, la encuesta lanzada con la pregunta ‘¿Apruebas la renuncia de Pujol a sus atribuciones de expresident?’ se han registrado casi 5.000 votos. Además, la respuesta mayoritaria es claramente el sí, con el 92% de los votos, frente al 7% del no y al 1% de abstención.
Los ciudadanos manifiestan sentirse sorprendidos, ya que consideraban a Jordi Pujol un ejemplo de buen hacer político, de honestidad y de coherencia. Son muchos los que muestran su decepción. “President, em sento molt i molt decebut. Jo he defensat la vostra honestedat, que tenia molt assumida, i ara hauré, com molts d'altres, d'acotar el cap”, asegura Josep Viladomat en su carta ‘Un nou estigma’. Para otros, la palabra “decepción” no es suficiente para definir cómo se sienten ante la noticia. C. Villar Perearnau explica en ‘Dolguts i maltractats’: “Senyor Pujol, "defraudats" no és la paraula. Ens sentim estafats, en tota l'amplitud de la paraula! Ens sentim dolguts, matractats i amb una indignació majúscula, sense precedents!”. 
Hay quien habla, además, de tristeza: “Saber que el que yo llamaba "el president Pujol" es igual de corrupto que todos los demás me produce una tristeza infinita”, confiesa Francina García en ‘Igual que todos’.  Luis Carrero titula su carta ‘Un mal a Catalunya’, y muestra su desilusión: “Ara sí que toca estar dolguts per uns fets que ara surten d'una persona l'honorabilitat del qual com a polític deixa en entredit tot allò que digué, féu, i representava i que fou ejemplar”.
Por otro lado, Rafael Martínez exige explicaciones sobre la procedencia del dinero en su carta ‘Se hunde un mito’. “Jordi Pujol no sólo tendría que dar explicaciones del retraso en legalizar esa gran fortuna heredada, sino que también tendría que dar explicaciones de cómo y dónde obtuvo su padre ese patrimonio”, expone. Elisenda Butista, por su parte, cuenta que su madre confiaba plenamente en Pujol, y recuerda que se enfadaba con todo aquel que intentase hacer un mal comentario sobre el expresident. “Ho sento, mare, estaves molt equivocada”, sentencia en su carta 'Doble moral'. 
José L.Piera Másllorèns asegura en ‘Imperdonable’, que no perdonará el acto cometido por Pujol hasta que éste no devuelva el dinero no tributado: “Pues no, señor Pujol, seré un mal cristiano pero no cuente con mi perdón ni con mi voto para Convergència (cuya sede está embargada por el caso Palau). Para perdonarle debería estar seguro de su arrepentimiento, voluntad de no reincidir y devolver lo defraudado, incluyendo parte del famoso 3%”. A este argumento se suma Anna Bacardit en su carta ‘La herencia de Pujol’: “El impacto es terrible. Pedir perdón no es suficiente para un personaje de su relevancia en nuestras vidas. El patrimonio heredado debe ser analizado y sus beneficios puestos en conocimiento de la sociedad, valorados y devengados sus impuestos”.
Hay quien incluso mira al pasado, como Carlos Bravo, que recuerda el caso Banca Catalana, en el que “Pujol dijo que aquello era una jugada indigna de Madrid y un ataque a Catalunya”. “Ahora sé que aquel líder que clamó contra Madrid y llamó a los suyos a manifestarse a su favor ya tenía entonces dinero sin declarar en una cuenta suiza y, treinta años más tarde, sospecho que todo aquello fue un ejercicio cínico de hipocresía”, asegura en su carta ‘Envuelto en la senyera’. 
Pese a que condenan el fraude fiscal, algunos lectores han querido reconocer su trayectoria política y valorar que Jordi Pujol haya presentado sus disculpas. Es el caso de Rafael Dionis Raurell, que en su carta ‘Saber perdonar’ expone: “Si mirem tot el bé que ens ha aportat durant tots els anys que ha estat al capdavant de la Generalitat, n'ha estat molt”.  Y añade: Senyor Jordi Pujol, encara que hagi fet ferida, accepto la seva petició de perdó”. En este sentido, B.Martorell Garau enumera en su carta 'Bona acció política' algunas de las políticas que llevó a cabo el que fuera el presidente de la Generalitat, y reconoce su papel político. “Voldria que els catalans no ens equivoquessim, ja que la Catalunya actual sense l'acció política de Jordi Pujol no tindria, a hores d'ara, res a veure amb la que espera amb il·lusió la seva pròxima independència”, asegura.

Entre los que se posicionan en reconocer la labor del expresident, se encuentra Jordi Antich. En ‘El deure de Pujol’, explica: “Malgrat el fet manifestat pel senyor Pujol els darrers dies i altres errades que deu haver comès en la seva vida com a personatge públic, el seu haver supera amb escreix el seu deure”. Iñaki Galgarraga, por otro lado, hace referencia en 'Tranquilo, Jordi' a un acontecimiento pasado para reflejar su postura: “Que actúe la justicia, aunque reconociendo que hasta el día de hoy únicamente los dos interlocutores de aquel: "Tranquilo, Jordi, tranquilo", del Rey a Pujol, transmitido un 23 de febrero de 1981, han dado, con todas sus consecuencias, el paso de someterse al juicio público y pedir perdón”.
Aurora Masiques i Mas dedica su carta ‘Prevalen les idees’ a su padre, que fue militante de Unió Democràtica, y a quien dedica estas palabras: “Ha caigut un mite, potser és el que calia per seguir endavant. No pateixis pare: cauen els homes, però no les idees”.
Otros como Pere Crosas hablan desde la idea de una Catalunya independiente.”La confessió de Jordi Pujol confirma les meves reflexions de fa temps: la nostra pobra, trista i bruta Catalunya necessita proclamar, junt amb la independència, un projecte social (diguem-ne, si voleu, una Constitució) que no permeti la corrupció”, asegura en 'El que necessitem'.
Tras el reconocimiento de su coraje profesional e institucional en 'El coratge de Pujol', Antoni Vilanova le dice a Pujol: “President, heu trencat la vostra imatge, destrossat els vostres principis morals i enfosquit el lloc que la història us havia reservat. Quina pena i decepció”

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La hermana y el cuñado de Pujol  sorprendidos por la declaratoria

Pero, ¿de qué herencia hablas, Jordi?" La hermana del expresident de la Generalitat, Maria Pujol y Soley, y su esposo, el abogado e historiador de la economía Francesc Cabana i Vancells, no podían dar crédito, ningún crédito, a lo que estaban oyendo en su propia casa y en boca del hombre que dirigió los destinos de Catalunya durante 23 años. Era el mediodía del viernes 25 de julio, festividad de Santiago, cuando Jordi Pujol y Soley apareció en el domicilio de la familia Cabana-Pujol. Pocas horas después haría llegar a los diarios a través de sus abogados lo que, en esa visita, verbalizó ante Maria y Francesc, el comunicado, la bomba, con la que ha acabado inmolándose política y moralmente quizás para siempre. Según les relató -como después hizo en esa confesión pública de dos folios-, su mujer, Marta Ferrusola, y sus hijos habían regularizado ante la Hacienda española una herencia recibida de su padre, Florenci Pujol Brugat, en 1980, depositada en Andorra durante los últimos 34 años. Una herencia que, pese a las tres amnistías fiscales decretadas por los gobiernos españoles desde entonces, no habían tenido tiempo -o no habían estimado oportuno- poner sobre la mesa del fisco. El problema añadido es que ese viernes fue la primera vez que su hermana, Maria, y su cuñado, Francesc, oyeron hablar de ese legado del avi Florenci.

Francesc Cabana es un hombre sabio, ordenado y de modales exquisitos. Además de ser su pariente político trabajó con Jordi Pujol y con su suegro, Florenci, en los años de Banca Catalana. Y ha sido su amigo y lo ha querido como a un verdadero hermano. Un hombre prudente, sobre todo muy prudente, cuya voz delataba ayer tras el teléfono, en conversación con La Vanguardia, el dolor inmenso -y la extraordinaria confusión - en que los ha sumido la revelación del expresident.

Pujol estaba "molt ensorrat" ("muy hundido") cuando se presentó el viernes pasado en casa de su hermana. La preocupación de Maria y Francesc se incrementó a medida que el expresident fue desgranando lo que tenía que decirles. "Perdó, perdó" ("Perdón, perdón"), les repetía una y otra vez, un Jordi Pujol abatido.

La primera reacción de los Cabana-Pujol fue de "incredulidad". Después llegó la "indignación". ¿Cómo era posible que Maria, la hermana del president, desconociese la existencia de ese dinero de su padre, Florenci, y la decisión de legarlo a su cuñada, Marta Ferrusola, y sus siete hijos -y sobrinos-?". La tercera sensación -y ahí siguen instalados Maria y Francesc cuatro días después- fue la "compasión".

Maria Pujol no heredó ni un sólo céntimo de su padre, Florenci Pujol, al morir este por un fallo cardíaco en 1980, pocos meses antes que Jordi Pujol fuese investido president de la Generalitat por primera vez. Tan sólo algunas acciones de Banca Catalana. L'avi (el abuelo) Florenci compró un piso a cada uno de sus hijos, Y se instaló con su esposa, Maria Soley, madre de Maria y Jordi, en el piso contiguo al de su hija, donde vivió hasta su muerte. Para Maria Pujol no hubo más herencia que esa. Las relaciones de los Cabana-Pujol con el abuelo Florenci mientras vivió fueron muy estrechas. "Era una persona extraordinaria", comenta Cabana.

La madre murió hace seis años, a una edad muy avanzada y tras una larga enfermedad que la mantuvo ingresada en el hospital durante tres años. Maria se hizo cargo de ella y un crédito solicitado por Jordi Pujol sirvió durante tres años para cubrir sus necesidades asistenciales. Al fallecer, el piso en el que residía pared por pared con los Cabana-Pujol fue vendido. El producto de la venta se repartió al 50% entre los dos hijos, Maria y Jordi.

Jordi Pujol visitaba frecuentemente a su hermana y su cuñado, si bien la conversación giraba casi siempre sobre la situación del país y las perspectivas de la política y la economía. Nunca hablaron de los rumores que hace ya mucho tiempo empezaron a circular sobre algunos hijos del president y, particularmente, sobre el primogénito, Jordi Pujol Ferrusola. Sólo en una ocasión, recientemente, el expresident hizo un comentario sobre las actividades empresariales de su hijo mayor. Fue a la vuelta de un viaje a México, donde el expresident y su esposa, Marta, visitaron a su hijo con motivo de la inauguración de un hotel propiedad de una sociedad en la que participaba: "Jordi tiene unos socios que no me han gustado nada", comentó el expresident. La última vez que Cabana coincidió con su sobrino Jordi fue en el entierro de la abuela Maria, hace seis años. Cabana -hombre prudente, muy prudente- evita trasladar al periodista más detalles. Pero se extraña de la nula reacción que, por ahora, han tenido los hijos de Pujol desde la revelación de su padre.

Jordi Pujol ofreció "expiación" como corolario de su "confesión" pública mediante el comunicado del viernes. Un texto salpicado de lagunas e interrogantes que ha conmocionado a la sociedad y al partido que fundó hace 40 años. A sus amigos. A sus adversarios. Y posiblemente más que a nadie, a Maria y Francesc. Cuando se despidió de ellos en su domicilio, su hermana y su cuñado, a la postre, le brindaron "compasión". Los Cabana-Pujol, profesan un cristianismo profundo. Sincero. Como el del expresident. "Jordi debe de haber cometido errores, pero sus sentimientos son reales y auténticos".

"Que Déu t'ajudi" ("Que Dios te ayude"), le desearon Maria y Francesc cuando, ese viernes de Santiago, Jordi se disponía a dejarles. "Ho necessitaré molt" ("Lo necesitaré mucho") respondió el expresident en el adiós.