sábado, 16 de octubre de 2010

Un premio para mejorar el mundo: Príncipe de Asturias de los Deportes



A propósito de la entrega de el Premio Príncipe de Asturias a la Selección Nacional de Fútbol, y al gran problema de asistir a la ceremonia, me pongo a reflexionar para qué sirve el fútbol, para qué se hacen mundiales, y qué hacer con tantos sentimientos -legítimos en muchos casos, y en otros, no tanto- de todos los que disfrutamos del deporte, pero nos gustaría que realmente ayudara a mejorar el mundo.



Corrió por España entera la ilusión y el coraje que “La Roja” metió en las venas de todo el país. Al equipo juvenil, entusiasta y cohesionado, lo empujó toda España. El gol contra Holanda explosionó todos los sentimientos y fue el instante más gratificante de la victoria.

Hay otros goles, otras copas que merecerían nuestra apuesta y coraje colectivos. Formamos parte de ese gran equipo de la humanidad, con más de seis mil millones de socios. Y hay otros mundiales que nos esperan para lograr el primer gol mundial contra la explotación, el hambre, el analfabetismo, la violencia terrorista, el armamentismo, la guerra, la degradación del planeta. Goles que podremos celebrar con nuestras banderas en las calles y fuentes de nuestras ciudades, en ruedas de música y fraternidad. Juntos podemos. ¡A por ellos!







Nos lo ha dicho fuerte Africa. Por allí nos paseamos -televisamente- y por unas semanas la vistieron de fiesta. Llegaron reinas, príncipes, eufóricos visitantes de todas partes. Pero para todos nosotros pasaron al ocultamiento los dos millones de niños huérfanos, los trescientos mil chicos presos del VIH, miles y miles de niños que por mala nutrición, falta de atención sanitaria, enfermedades evitables, abuso y violencia sexual mueren diariamente antes de llegar a los cinco años. No había en Sudáfrica 1.500 millones de dólares para combatir el VIH-SIDA . Sí hubo cuatro mil millones para montar el gran mundial.

Enmudecieron las vuvuzelas. Se apagaron las luces fulminantes de la parafernalia de la FIFA, se desmontaron los restaurantes, se fueron los alegres visitantes dejando tiradas migajas y llevándose el lamento aturdidor de las vuvuzelas, monocorde sonido de un continente sojuzgado.

¡Son otros mundiales los que nos esperan!

Es de agrdecer que muchos de los futbolistas que son considerados estrellas, dedican parte de su tiempo y sus ingresos a fines sociales, a ONG y se toman en serio el dejar el mundo un poco mejor de lo que lo encontraron. Gracias por ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario