lunes, 9 de agosto de 2010

Proponer sin imponer, cuestionar sin condenar




Esta máxima con la que título estas reflexiones podrían ser una base sólida para la convivencia de la pareja, de la familia, y de cualquier grupo que debe llevar una vida común o desarrollar un proyecto conjunto. Vamos a intentar aplicarlo al conjunto de la sociedad, en concreto a la sociedad española, que todos conformamos y que es en definitiva el resultado de nuestra vida social, ya que todos somos responsables de lo que pasa, nadie nos podemos poner al margen y decir que eso no va con nosotros. Hoy en día que las críticas feroces y descalificadoras están a la orden del día creo que en este mes de vacaciones, conviene ofrecer y proponer estas reflexiones

Ningún gobierno tiene derecho a arrogarse el monopolio de la democracia.
Ninguna Iglesia ni confesión religiosa tiene derecho a detentar el mono polio de la moral.La elaboración y presentación de un anteproyecto legislativo para someterlo a un debate parlamentario es un servicio a la comunidad política, pero no puede dictara de antemano a ésta los resultados de dicho debate.
Las asociaciones de profesionales vinculados con el tema a debatir, los medios de comunicación, las entidades educativas e investigadoras, los representantes de tradiciones religiosas, pueden y deben ejercer su derecho a contribuir al debate cívico, enriqueciéndolo con aportaciones y matizándolo con cuestionamientos; pero no pueden imponer esas opiniones saltando por encima de las reglas constitucionalmente consensuadas por la comunidad política para su funcionamiento parlamentario.

Todos pueden proponer, sin imponer. Todos pueden cuestionar, pero sin condenar.





Cuando la tradición del debate parlamentario está arraigada en una sociedad sanamente plural, laica y democrática, no tiene sentido que un determinado grupo cultural o religioso se erija en portavoz exclusivo de la moral ante la opinión pública, como tampoco se concibe que haga tal imposición un determinado sector político, ya sea del gobierno o de la oposición.
No parece, sin embargo que disfrutemos en el estado español de esa situación equilibrada. Aparecen a menudo ante la opinión portavoces eclesiásticos que enarbolan la bandera de la moral, presuntamente amenazada por el Gobierno, tentando a portavoces gubernamentales para que entren al trapo devolviendo la pulla, con el regocijo de quienes pescan morbo informativo en el río revuelto de la polémica.

Continua..

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