1. Los delitos de los poderosos
En nuestra sociedad, no hay
piedad para el transgresor o delincuente.
Por eso, habríamos de tener en
mucho el consejo de D. Quijote:“No es bien,
sin tener conocimiento del pecado, llamar al pecador, sin más ni más,
mentecato y tonto”.
DSK ,
ex-director del FMI, ha confesado en pantalla pública: “Cometí un fallo moral,
una falta, una herida. Sé que he hecho mucho daño a mi entorno, a mi mujer, a
mis hijos, a mis amigos”. En el mismo escenario confiesa: “No hubo violencia, ni agresión, ni coacción, ningún acto
delictivo”. Y, en su apoyo, trae las
palabras del fiscal neoyorkino: “La camarera Diallo mintió, no hay una sola
acusación suya que se sostenga”.
Si es
verdad que cometió un fallo moral, es mentira lo de que no hubo ningún acto delictivo. Si no lo cometió, va contra su conciencia
confesar que hizo mucho daño.
Las dos cosas se repelen.
Conocimiento
del pecado lo hubo, y se aireó por la prensa hasta en detalles morbosos. Los
calificativos, exagerados o ajustados, han sido incontables. Pero todo el mundo
concluye que la agresión sexual a la empleada
Diallo fue agresión, resultando además de agraviada, afrentada.
Agraviada porque se le fue encima sin mostrarle ninguna consideración ni
respeto; afrentada, porque precisamente porque le resultaba difícil defenderse, la ofendió sosteniendo
deliberadamente que ella consintió la
agresión o que fue todo un montaje por
dinero.
Nada de
esto hubiera ocurrido, si DSK, caballero de la economía mundial, hubiera hecho
suya la norma de D. Quijote: “Por el ejercicio de la Caballería desprecio la
hacienda; mis intenciones siempre las enderezo
a hacer bien a otros y mal a ninguno”.
Pero, se
trata del exdirector del FMI. Su caso está pasando de un hecho
inmediato y brutal a un montaje superrefinado de hipocresía. La agresión y violación por el Sr. Strauss (62 años)
a Mafissatou Diallo (32 años), viuda, africana , empleada de limpieza,
en la suite 2806 del hotel Sofitel de Nueva Yort , es un hecho comprobado.
El hecho sobrevino tan inesperado que cayó como un
mazazo sobre las cabezas de quienes
podían reaccionar y no lo hicieron, el primero de todos el Sr. DSK. La víctima sí que lo vivió, lo registró y lo contó.
Todo instantáneo, sin segundos para descubrir conexiones externas, ni
fabular conspiraciones, ni lanzar
rastreos sobre la vida de Diallo. En el
director del FMI el hecho produjo tal tormenta que su cielo encapotado se rasgó y comenzó a
estallar su vida con destacados girones
de dinero, de mujeres, de acosos y agresiones sexuales.
Después, ha
seguido lo periférico, lo añadido, lo artificial, lo inventado, lo que en virtud del poder, del dinero y
del prestigio, superdotados abogados y
otros personajes de la comparsa saben hacer: sembrar dudas, sospechas,
incredibilidad sobre la debilidad e insignificancia de la víctima y exculpar como sea al enaltecido director del FMI y dar el caso
como sobreseído. Lo están preparando. La
Justicia -¡en cuántos casos!- es
rígida con los pobres y permisiva y
complaciente con los ricos.
Y ahora nos llega lo último: que el Sr. DSK no debiera ser juzgado como un ciudadano corriente por
tener inmunidad diplomática. Se ve que los argumentos anteriores
para defender su inocencia se tambalean o carecen de consistencia.
Y el Sr. DSK apela, tardíamente, a su inmunidad
diplomática.
No
la tiene, en primer lugar; y, aunque la tuviera, su conciencia y las de sus
abogados saben que un delito, de haberse cometido, no lo encubre ni borra
ninguna inmunidad.
Hay
leyes, elaboradas para gente de poder y dinero, que les
sirven, cuando las infringen, para proteger su inmoralidad, no para hacer
justicia.
Pero el veredicto popular está dado y el
Sr. DSK está muerto políticamente.
2 Empeñados en hacer un mundo al revés
Podemos reflexionar sobre nuestro
momento actual sin necesidad de ser expertos en economía ni en política. Hay un
sentir y conciencia popular de que la política no corresponde a las necesidades
y derechos de la población real. La
maquinaria mediática, manipulada por los poderosos que nos dominan, pretenden
hacernos navegar por un mar de
justificaciones y motivaciones que nada tienen que ver con la realidad. Esta
desconexión explica la terrible escisión entre sociedadl y vida política: por
una parte los propósitos y negocios de
los financieros y especuladores, -determinantes hoy del rumbo de la política- y
por otra las aspiraciones, afanes y
miserias cotidianas de la gente.
Se podrá capear la realidad todo
lo que se quiera, pero no hasta el extremo de borrarla o ignorarla. La realidad
habla por sí misma y dice que la pobreza no es efecto de la
escasez de recursos. El hecho de que el Norte tenga seis veces más que
el Sur, no es fruto de la escasez; el
hecho de que el Norte (1/4 parte de la humanidad) consuma el 75 % de los recursos terrestres, no es fruto de la
escasez; ni el hecho de que tenga el 80
% del comercio y el 93 % de la industria no es fruto de la escasez; el
hecho de que el PNB per capita sea de 3, 60 dólares al año en el
Sur de Asia, o de 8 en Africa y de 206
en Norteamérica, no es fruto de la escasez; el hecho de que en Africa haya un
médico por cada 50.000 habitantes y en los países industrializados uno por cada
450 habitantes, no es fruto de la escasez; el hecho de que Estados Unidos y
otros países industrializados dediquen miles de millones de dólares (y aquí uno
renuncia a dar cifras) al armamentismo
y nimios porcentajes a resolver las necesidades básicas de la humanidad, no es
fruto de la escasez.
La
realidad sigue hablando:
“Si miramos la historia de más de un siglo, nos
damos cuenta de que el Occidente como un todo, y particularmente los Estados
Unidos han humillado a los países musulmanes del Medio Oriente. Controlaron sus
gobiernos, tomaron su petróleo y montaron inmensas bases militares. Dejaron
tras de sí mucha amargura y rabia, caldo cultural para la venganza y el
terrorismo.Lo terrible
del terrorismo es que ocupa las mentes. En las guerras y las guerrillas se
necesita ocupar el espacio físico para triunfar efectivamente. En el terror,
no. Basta ocupar las mentes, distorsionar el imaginario e introyectar miedo.
Los estadounidenses ocuparon físicamente el Afganistán de los talibanes e Irak,
pero los talibanes ocuparon psicológicamente las mentes de los estadounidenses.
Se realizó desgraciadamente la profecía que hizo Bin Laden el 8 de octubre de
2002: «Estados Unidos nunca más se sentirá seguro, nunca más tendrá paz». Hoy
es un país rehén del miedo que se ha difundido” (Leonardo Boff)
La realidad sigue hablando: en Carta
a Billl Clinton (National
Cattholic Reporter, 2 de octubre de 1998), el obispo norteamericano Robert
Bowman, ( que antes de ser obispo había sido piloto de cazas militares y
realizó 101 misiones de combate en la guerra de Vietnam) le escribe: «Usted ha dicho que somos blanco de ataques
porque defendemos la democracia, la libertad, los derechos humanos. ¡Eso es
absurdo! Somos blanco de terroristas porque, en buena parte del mundo, nuestro
gobierno defiende la dictadura, la esclavitud y la explotación humana. Somos
blanco de terroristas porque nos odian. Y nos odian porque nuestro gobierno
hace cosas odiosas. ¡En cuántos países agentes de nuestro gobierno han
destituido a líderes escogidos por el pueblo cambiándolos por dictaduras
militares fantoches que querían vender su pueblo a sociedades multinacionales
norteamericanas! Hemos hecho eso en Irán, en Chile y en Vietnam, en Nicaragua,
y en el resto de las «repúblicas bananeras» de América Latina. País tras país,
nuestro gobierno se opuso a la democracia, sofocó la libertad y violó los
derechos del ser humano. Esta es la causa por la cual nos odian en todo el
mundo. Por esta razón somos blancos de los terroristas. En vez de enviar a
nuestros hijos e hijas por el mundo a matar árabes y obtener así el petróleo
que hay bajo su tierra, deberíamos enviarlos a reconstruir sus
infraestructuras, beneficiarlos con agua potable, alimentar a los niños en
peligro de morir de hambre. Esta es la verdad, señor Presidente. Esto es lo que
el pueblo norteamericano debe comprender».
La realidad habla y da para
aventar los sofismas y espejismos de
cuantos, esclavos del poder, de la codicia y del racismo, nos creen párvulos y consideran que pueden
embarullarnos con las disquisiciones
hipócritas o diplomáticas de su
arrogancia y crueldad.
Vamos, que dejen de llamar democracia , derechos humanos, intervención
humanitaria, etc. a lo que es lisa y llanamente derecho de robo y explotación.
Que dejen de querer salvarnos salvándose a sí mismos con un nivel de vida
escandalosamente desigual amasado a base del trabajo, despojo, lágrimas y humillaciones de los pobres ( personas y
pueblos). Que dejen de considerarnos serviles incensadores de su imperio,
esperando a que nos sirvan las migajas que a ellos les sobran.
La
realidad habla: Estados Unidos es
maestro en imponer el mecanismo de la
deuda externa como instrumento de dominación. Afronta hoy la deuda más grande
del mundo: 16,4 billones de dólares,
cifra que supera en unos dos billones
al PIB de dicho país. Y, sin embargo, dentro mismo, existen 54 millones de estadounidenses que tienen
que hacer frente a la pobreza, el hambre y el desempleo, viendo cómo se abonan
650 millones de dólares a instituciones
bancarias y empresariales. Estados Unidos viene gastando cada tres meses 50.000
millones de dólares en Irak. Y, con 146 entidades financieras de 16 países, han
invertido y prestado servicios
financieros por valor de 43.000 millones de dólares para fabricar bombas de racimo entre 2007 y 2009.
Un
misil Trident DII5 cuesta 30,9 millones
de dólares. Un Avión Apache AH-64 cuesta 56 millones de dólares. Un
porta-aviones NIMITZ cuesta 4.000 millones de dólares. El presupuesto militar
de Estados Unidos para este año 2011 es de 700.000 millones de dólares.
La
realidad habla: este mundo es así porque los poderosos de turno, siempre de una y otra
parte, se empeñan en construirlo así,
desoyendo las alternativas reales de una humanidad unida solidariamente bajo los imperativos de la igualdad, la justicia y la paz. Una
parte no más de ese monstruoso
presupuesto militar haría que ninguna persona y pueblo quedaran sin ver
satisfechas sus necesidades de hospitales,
escuelas, viviendas, empleo, etc. etc.
El
teólogo Ignacio Ellacuría,
asesinado por los amos del capital en El Salvador, habló con clarividencia respetando la voz de la realidad. Chocaba a diario con el dato
aplastante de la pobreza tal como la están viviendo hoy mayorías populares de muchos países y ese
dato le hacía concluir que es dentro de
la estructura económica neoliberal donde encontramos la clave que explique su
funcionamiento y resultados, positivos para unos y negativos para otros.
La
pobreza, para él, es simplemente una
realidad dialéctica y política. Dialéctica porque en nuestra situación hay pobres porque
hay ricos, hay una mayoría de pobres porque hay una minoría de ricos. Una
pobreza fruto de escasos recursos no nos
permitiría hablar propiamente de pobres. La verdad es que los ricos se han hecho tales desposeyendo a los pobres
de lo que era suyo, de su salario, de sus tierras, de su trabajo, etc. Por
eso, si los ricos son los empobrecedores,
los pobres son los empobrecidos; si los
ricos son los desposeedores, los pobres son los desposeídos; si lo ricos son
los opresores y represores, los pobres son los oprimidos y reprimidos.
La
realidad del ser humano es como es, tiene una dignidad, derechos y obligaciones
inalienables. Y, a la postre, o se la reconoce y respeta en todo lugar, o todo
intento de dominarla será vano y
acabará en fracaso. Lo dice la historia.
Benjamín Forcano